Otros, la mayoría, se llevarían un gran disgusto al saber que tienen cáncer. Tanto una actitud como la otra no dejan de ser producto de una programación religiosa o cultural.
Cuando una persona programada te ofende sin motivo, tan programada estás tú como ella, por dejarte ofender, porque las dos reacciones son igual de absurdas e irreales. Ocurre que, cuando estás dormida, te molestan las personas que están dormidas, porque la programación del otro afecta la tuya, te la recuerda, y eso es lo que más te molesta, aunque no quieras reconocerlo.