31.7.15

Neil Gaiman nos comenta

Una de sus primeras sesiones de firmas en EE UU, en la que compartía mesa con un autor de best sellers del The New York Times del que no quiere revelar su nombre. Una lectora de ese autor le da su libro para que se lo firme. El escritor ve que es un ejemplar de saldo de una librería. Y le espeta: "Esto no te lo voy a firmar. Con este ejemplar no he ganado nada". La mujer, abochornada, se fue llorando. "¿Sabes qué pasó luego?", pregunta Gaiman. "Varios de los lectores de los que estaban en su cola se pasaron a la mía. Por los pocos centavos que gana con un ejemplar, perdió a una lectora para siempre, a esa gente que se cambió de cola y a todos con los que hablaran los que vieron la escena. Me prometí: nunca seré como él."

11.7.15

Luna




Hubo un gran maestro zen, llamado Ryokan. Habitaba al pie de una montaña y vivía una vida muy simple. Un día, un ladrón entró en su casa, pero no encontró nada que robar. Mientras el ladrón estaba allí, el maestro volvió y lo descubrió.

Dijo Ryokan:
"Usted viajó una gran distancia para venir a asaltarme. No puede irse con las manos vacías."
¡Y le dio todas sus ropas y su manta!

El ladrón, completamente confundido, tomó las ropas y desapareció. Después que él salió, el maestro se sentó a la puerta de su casa, miró el deslumbrante claro de luna y pensó:

 "¡Qué pena! ¡Hubiese querido poder darle esta luna deslumbrante!"

Naturaleza humana



Diego Prósperi: —¿Usted tiene una visión pesimista de la seguridad en el futuro?


Jacinto Lovelace: —Y, sí, pa. Tengo una visión pesimista.


Diego Prósperi: —No diga eso... ¿usted dice por la distribución de la renta?


Jacinto Lovelace: —La pregunta es "¿Qué es la pobreza?" En esto aplico el pensamiento budista. Cuando el buda original, Siddhartha Gautama, habló sobre las cuatro verdades, así definió la segunda: Tú sufres en la vida porque anhelas lo que no tienes. Si no anhelas lo que no tienes, no sufres. Y cada vez hay más cosas que anhelar. El mundo se ha desmadrado. Las cosas que un joven de 18 años puede anhelar son muchísimas más que hace 40 años. Y cada día asoma más gilada. 


Diego Prósperi: —¡Je je!


Jacinto Lovelace: —No sea mamengue, no es broma. De en serio le digo. Yo, en mi adolescencia, tuve el sueño tonto de morir cuando hubiese leído todos los libros de literatura que me interesaban. Y cada día que iba a una librería asomaban diez más. No me basta una encarnación. Cada vez hay más cosas que aparecen, entonces más cosas que se anhelan. Entonces, más angustia. Entonces, más pobreza. Y esto va a ir creciendo.


Diego Prósperi: —¿Cada generación es, proporcionalmente, más pobre que la anterior porque anhela más?


Jacinto Lovelace: —Y, sí, pa. Y son más pobretones porque tienen más pero nada les basta. Cuando yo era estudiante y venía con mi novia hace 40 años, me bastaba comer una milanesa napolitana en El Palacio de la Papa Frita y comprar una camisa Rigard's. Cuando viene el ñato de mi hijo a Buenos Aires, no se conforma con eso.


Diego Prósperi: —Proyectado al futuro, ¿tiene solución?


Jacinto Lovelace: —No, pupi. No tiene solución. Es la naturaleza humana. 

9.7.15

Niño preguntón

En Inglaterra conocí una vez a un niño que le preguntó a su padre:

—¿Saben los padres siempre más que sus hijos? —y el padre respondió:

—Sí.

Entonces, la pregunta siguiente del niño fue:

—Papá, ¿quién inventó la máquina a vapor? —y el padre respondió:

—James Watt.

A lo que el pequeño contestó:

—Pero, ¿por qué no la inventó el padre de James Watt?