Dijo Ryokan:
"Usted viajó una gran distancia para venir a asaltarme. No puede irse con las manos vacías."¡Y le dio todas sus ropas y su manta!
El ladrón, completamente confundido, tomó las ropas y desapareció. Después que él salió, el maestro se sentó a la puerta de su casa, miró el deslumbrante claro de luna y pensó:
"¡Qué pena! ¡Hubiese querido poder darle esta luna deslumbrante!"