25.9.22

Mariano Sigman


-¿Y qué está observando sobre lo que se dialoga actualmente?

Observo que la sociedad premia al que tiene exceso de confianza. A la persona que duda nadie la escucha y es quien justamente está pensando más adecuadamente, el que sabe que puede equivocarse. Estos sistemas de información como las redes sociales deja muy opacada a la gente que más tendría que escucharse. Hay que abrazar la incertidumbre y la contradicción donde hay problemas que son complejos en los que uno puede tener visiones muy distintas y ser cambiante. A veces opinamos una cosa, a veces otra y está bien que suceda.


-¿Cómo es la conversación interna que tenemos en soledad? ¿Solemos hacer juicios imprecisos de nuestra realidad?

Todo el tiempo, son los estigmas que uno se crea. Creamos noticias falsas sobre nosotros mismos y vamos construyendo nuestro propio personaje. Su fuerza es decisiva para abrir o cerrar puertas. El poder de las palabras de algo que uno se dice al pasar y puede tener un peso en el devenir de quien serás. Una sola frase puede convencer a alguien que no estaba hecho para el deporte. La historia que vos te contás sobre algo es un relato de algo que editaste, solo te acordás de algunas cosas y de otras no. El punto es cómo podemos usar mejor la narrativa propia para abrirnos puertas sobre cosas que están cerradas y quizá no es así.


-En relación a no creernos lo que a veces nos decimos automáticamente: ¿Se pueden adquirir nuevas habilidades de adultos o es difícil de incorporar?

Muchísimo más de lo que pensamos. Lo que se pierde es la motivación y disposición por aprender. Un adulto va perdiendo la voracidad por descubrir que teníamos de niños porque tiene lo suficiente para funcionar, el llamado umbral ok de la psicología del aprendizaje, porque estás bien así. Es esa fiaca de no querer saber más porque ya tenés suficiente para mejorar. Pero si vos te concentras, podés mejorar. Hay que preguntarse si hay disposición para aprender horas y horas, hay que sincerarse porque lo que viene es trabajo.


-¿El cerebro tiene tendencia a la pereza?

Sí. Es comprensible porque está preparado para no gastar energía, ya que es finita. Cada vez que querés hacer algo el cerebro te pregunta si realmente querés hacerlo. La pereza típica es tener muchas cosas por hacer, te angustias y terminás buscando confort y te ponés a ver redes sociales o una película y no son ninguna de las cosas que pensabas hacer.