Si ella puede vivir sin mí
Por qué no voy a poder yo
vivir sin ella.
que suelo releer.
Olvidarte de vos es la injuria más grossa, todas las calamidades de ahí emergen, chabón. Ocúpate de lo más importante, lo menos importante se basta a sí mismo. Vos no ordenás una habitación cuando está a oscuras: Primero abrís las ventanas, prendés la luz. Antes de pretender arreglar a otros, sugiero no ser otarios y corroborar si hemos cambiado o si en efecto, seguimos siendo unos mamengues.
Preguntarse a lo zonzo si ya somos suficiente y dar vueltas en la pavada tampoco da. Mejor encontrarnos y ahí todo se orquesta solito. ¿Cachai?
Si practicamos la percepción alerta, si la convertimos en un hábito, se vuelve una tarea tediosa y difícil. No es posible disciplinar la percepción alerta. Eso que practicamos ya no es más percepción alerta, porque la práctica implica la creación de un hábito, el ejercicio del esfuerzo y la voluntad. El esfuerzo es distorsión. La percepción alerta no actúa sólo con respecto a lo externo: el vuelo de los pájaros, las sombras, el mar inquieto, los árboles y el viento, el mendigo y los lujosos automóviles que pasan a su lado; también está la percepción alerta del proceso psicológico, de las tensiones y los conflictos internos. Uno no censura al pájaro que vuela; lo observa, percibe su belleza. Pero, cuando uno considera su propia lucha interna, la censura o la justifica. Es incapaz de observar este conflicto interno sin introducir opción ni justificación alguna.
Estar alerta a los propios sentimientos y pensamientos, sin identificarse con ellos, sin rechazar nada, no es una tarea tediosa y difícil; pero cuando buscamos un resultado, cuando queremos obtener algo, el conflicto se incrementa y comienza el tedio del esfuerzo, de la lucha.
Creo que moriré de poesía,
De esa famosa joven melancólica
No recuerdo ni el nombre que tenía.
Sólo sé que pasó por este mundo
Como una paloma fugitiva:
La olvidé sin quererlo, lentamente,
Como todas las cosas de la vida.
Kai Z Feng. |
-¿Y qué está observando sobre lo que se dialoga actualmente?
Observo que la sociedad premia al que tiene exceso de confianza. A la persona que duda nadie la escucha y es quien justamente está pensando más adecuadamente, el que sabe que puede equivocarse. Estos sistemas de información como las redes sociales deja muy opacada a la gente que más tendría que escucharse. Hay que abrazar la incertidumbre y la contradicción donde hay problemas que son complejos en los que uno puede tener visiones muy distintas y ser cambiante. A veces opinamos una cosa, a veces otra y está bien que suceda.
-¿Cómo es la conversación interna que tenemos en soledad? ¿Solemos hacer juicios imprecisos de nuestra realidad?
Todo el tiempo, son los estigmas que uno se crea. Creamos noticias falsas sobre nosotros mismos y vamos construyendo nuestro propio personaje. Su fuerza es decisiva para abrir o cerrar puertas. El poder de las palabras de algo que uno se dice al pasar y puede tener un peso en el devenir de quien serás. Una sola frase puede convencer a alguien que no estaba hecho para el deporte. La historia que vos te contás sobre algo es un relato de algo que editaste, solo te acordás de algunas cosas y de otras no. El punto es cómo podemos usar mejor la narrativa propia para abrirnos puertas sobre cosas que están cerradas y quizá no es así.
-En relación a no creernos lo que a veces nos decimos automáticamente: ¿Se pueden adquirir nuevas habilidades de adultos o es difícil de incorporar?
Muchísimo más de lo que pensamos. Lo que se pierde es la motivación y disposición por aprender. Un adulto va perdiendo la voracidad por descubrir que teníamos de niños porque tiene lo suficiente para funcionar, el llamado umbral ok de la psicología del aprendizaje, porque estás bien así. Es esa fiaca de no querer saber más porque ya tenés suficiente para mejorar. Pero si vos te concentras, podés mejorar. Hay que preguntarse si hay disposición para aprender horas y horas, hay que sincerarse porque lo que viene es trabajo.
-¿El cerebro tiene tendencia a la pereza?
Sí. Es comprensible porque está preparado para no gastar energía, ya que es finita. Cada vez que querés hacer algo el cerebro te pregunta si realmente querés hacerlo. La pereza típica es tener muchas cosas por hacer, te angustias y terminás buscando confort y te ponés a ver redes sociales o una película y no son ninguna de las cosas que pensabas hacer.
La política es como limpiar vidrios. No importa de qué lado esté uno, la mugre siempre está del otro lado.
“The more familiar two people become, the more the language they speak together departs from that of the ordinary, dictionary-defined discourse. Familiarity creates a new language, an in-house language of intimacy that carries reference to the story the two lovers are weaving together and that cannot be readily understood by others.”
Esas primeras experiencias determinan, al sentar un referente... ¡Y pueden ser una tremenda maldita garcha! |
Si alguna vez tienes la tentación de buscar la aprobación externa, ten en cuenta que has comprometido tu integridad.
Créeme, no existen grandes padecimientos, ni grandes arrepentimientos, ni grandes recuerdos. Todo se olvida, incluso los grandes amores. Eso es lo triste y al mismo tiempo lo exaltante de la vida.
Al mate le debo mi obra. Si Susuki y Okakura Kazuzo hablan del té como una de las estéticas del zen, no veo porqué sería inoportuno escribir un tratado: El mate como disciplina zen del sudamericano. Pero no como una ironía o como un chiste, sino como algo dicho absolutamente en serio. A cuántos habrá salvado el mate en las épocas del hambre infinita. Es cosa de ver cómo ayuda a resistir, a conservar el equilibrio, la esperanza y a que no se pierda el centro. Sirve al solitario, pero también al ideal que es compartir. No hay cosa más linda que tomar mate con la mujer de uno. Maldito sea el que está compartiendo y no comprende. En su defecto que sea con un amigo. El mate es más compañero que el vino, y digo mucho. El vino traiciona como algunos hombres traicionan a sus mujeres. Como algunas mujeres traicionan a los hombres que viven con ellas. Pero el mate brinda y rodea de escudos. Más de uno no se mató porque todavía no se le había terminado la yerba. La bombilla de plata equivale a la flecha puesta en el arco zen. ‘Un mate, una vida'.
LAISECA, Alberto, El jardín de las máquinas parlantes
Quien se siente seguro de sus virtudes sabe reconocer los talentos ajenos y jamás se guarda un aplauso merecido.
ilustración: Chiara Barese. |
Con un discurso titulado "Una educación defectuosa", César Aira recibió el premio Prix Formentor de las Letras 2021 por su "infatigable recreación del ímpetu narrativo, la versatilidad de su inacabable relato y la ironía lúdica de su impaciente imaginación". En esta edición*, reproducimos la segunda parte del mismo.
"Al impartirme yo mismo mi educación en los primeros años de mi vida, como en los últimos he estado soñando que nunca puedo llegar a tiempo, al no aceptar maestros ni consejos, quedé en manos del Hada Atención. Las cosas podrían haber salido bien a partir de ahí. Lo dijo Leibniz: Dios nos da la atención y la atención lo puede todo. Para poder todo hay que administrar bien ese don precioso, al menos tan bien como lo hacen los demás, que reservan la atención para lo que creen importante, en un gesto práctico destinado a evitar una sobrecarga eléctrica en los circuitos cerebrales. Yo, por efecto de las lecturas de las que estaba ya intoxicado, reservé la atención para lo maravilloso. No concebía como digno de mi atención sino lo que estuviera facetado en mil caras, el diamante en cuyo corazón innumerable se reprodujeran las imágenes de mi realidad personal. Ese diamante era un objeto alegórico, pero resultó real. Ahí estuve un día, en Dresde, en la Bóveda Verde o Gabinete de Maravillas de los reyes sajones, a la salida del cual me detuve ante el maravilloso diamante verde del tamaño del corazón de un niño. Ese objeto existe en la realidad, y en la realidad exhausta de los circuitos turísticos. El color, inusitado en un diamante, se debe a que en sus eras bajo la tierra sufrió radiaciones de uranio. Tiempo después leí el diario que llevó el niño Arthur Schopenhauer, futuro filósofo, a los ocho o diez años, en cuyas páginas registra el momento cuando, de paso por Dresde con sus padres, visitó esa misma cámara y se detuvo ante el diamante. Anotó a continuación que, al salir a la calle después de contemplar durante horas los juguetes de oro de los reyes, sintió un gran asombro al ver que los coches y la gente y las casas no eran todas de oro."
*Fuente: periódico local del barrio de Flores, Flores de Papel.